martes, 17 de mayo de 2011

Grandes Educadores Puertorriqueños


"El corazón se educa, por la reflexión, por el ejemplo,
por la noción de la realidad que da la vida, 
por la noción de la verdad que da la ciencia,
por la noción de lo bello que da el arte,
por la noción de la virtud que da el conocimiento de lo justo."
                                       Eugenio M. de Hostos

En esta semana el Departamento de Educación celebra la Semana Educativa.  Por esta razón queremos recordar a esos grandes educadores que han dejado un legado a nuestros país y que deben ser emulados.



Rafael Cordero y Molina
Nació en San Juan, Puerto Rico el 24 de octubre de 1790 y murió en su ciudad natal el 5 de julio de 1868. Fueron sus padres el artesano Lucas Cordero y Rita Molina, mulatos libres. Tuvo dos hermanas mayores: Gregoria y Celestina. El maestro Rafael Cordero es una de las figuras más importantes de la educación en Puerto Rico y un ícono para el sistema educativo, la historia y la cultura de la isla.

Durante su niñez, Rafael fue educado por sus padres, ya que por ser negro no tenía derecho y por ser pobre tampoco contaba con los recursos para asistir a una escuela. Posteriormente, y gracias a la dedicación de sus progenitores, el propio Rafael continuó su educación mediante la lectura de libros, principalmente de temas religiosos. Ese mismo interés y afán por el saber y su devoción lo llevaron a dedicar toda su vida a la educación y el bienestar social de los más necesitados.

En 1810, Rafael Cordero abre su primera escuela de enseñanza primaria en su hogar de San Juan, donde residía en esa época. Gratuitamente impartía clases a los niños negros, quienes, por ser tiempos de la esclavitud en Puerto Rico, no podían pagar el maestro para asistir a la escuela. El maestro estableció una escuela para instruir a los niños pobres, negros y mulatos. En ella les enseñaba a leer y a escribir, gramática, historia, caligrafía, geografía, aritmética y, por supuesto, los preceptos del cristianismo.

La fama del buen maestro fue tal que, con los años incluso las familias blancas con recursos comenzaron a enviar a sus hijos a estudiar con él.  Muchas de las figuras importantes de la política y la cultura puertorriqueñas del siglo XIX —a varios de los cuales hoy se les llama próceres—, fueron discípulos suyos. Entre éstos, cabe mencionar a Alejandro Tapia y Rivera (considerado por muchos como el “patriarca” de la literatura puertorriqueña), José Julián Acosta (político y líder abolicionista), Román Baldorioty de Castro (líder autonomista y abolicionista) y Manuel Elzaburu (fundador del Ateneo Puertorriqueño) entre otros.

Actualmente y debido a la vida ejemplar y devota de este ciudadano, la iglesia católica inició, hace un tiempo, el proceso para su beatificación.


EUGENIO MARIA DE HOSTOS (1830-1899) 
Maestro de Maestros

Nació Hostos en el barrio Río Cañas, de Mayagüez un 11 de enero de 1839.
Político, pedagogo y escritor puertorriqueño. Aun que se dedicó y aportó en varias áreas sólo destacaremos el área educativa en esta biografía.
                                                                Hostos como educador

   Camila Henríquez dijo que : "Hostos se inició en el magisterio cuando se hallaba en Venezuela...por tiempo  y muy breve, su obra práctica comienza verdaderamente hacia 1879, en Santo Domingo". No cabe dudas que Eugenio María de Hostos fue el organizador, creador y líder del sistema educativo dominicano, cuando fundó la primera Escuela Normal de hombres, en la República Dominicana. Fue en la escuela normalista donde Hostos desarrollo una teoría del conocimiento científico naturalista y positivista, por eso para Hostos la ciencia del deber era la moralidad, la justicia y el magisterio laico. Su gran influencia de la Universidad de Córdoba y de su pensamiento del siglo XlX, lo expresa en los siguientes principios pedagógicos: 1. " Se necesita un solo Plan de Estudios y es necesario que corresponda a las necesidades científicas y políticas de las nuevas generaciones". 2. "Las enseñanza  Primaria, Media y Superior, debieran en esencia ser la misma y solo diferenciarse en el grado de intensidad". 3."Niño, adolescente y joven, hombre, mujer, todos deben saber cuanto se refiere al universo de que nuestro planeta forma parte..."4. "Entonces la universidad sería el último paso lógico de la enseñanza, y entonces seria fructífera".5. El "deber que tiene todo hombre, no ya de amar su Patria, sino de probar que la ama trabajando activamente por el desarrollo y satisfacción de las necesidades de la Nación".


Juana A. Méndez Meléndez


Nació en Carolina el 1ro de marzo de 1908. Se graduó de la escuela superior de la Universidad de Puerto Rico en 1928. Obtuvo su diploma Normal de la Universidad de Puerto Rico en 1930. Trabajó como maestra de nivel elemental Luis Muñoz Rivera en el pueblo de Carolina. Continuó trabajando mientras trabajaba y obtuvo su Bachillerato en Educación con concentración en Historia. Más tarde se graduó de Maestría en Educación Elemental y otra en Investigación y Artes del Lenguaje.
Trabajó como auxiliar de Investigaciones en el Consejo Superior de Enseñanza, como consultora en Educación de Adultos y como consultora del Programa de Español del Departamento de Instrucción Pública. Laboró en el Centro de Investigaciones Pedagógicas de la Universidad de Puerto Rico. Se jubiló luego de 47 años y 5 meses de servicio público. Hasta sus 87 años de edad, continuó sirviendo de guía a muchos maestros desde su cátedra como profesora en la Escuela Graduada del Colegio de Educación de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, donde además trabajó en la Oficina de Evaluación en dicha facultad.

José Ferrer Canales


Nació el 18 de septiembre de 1913 en Santurce y falleció en el 20 de julio de 2005 en Hato Rey, Puerto Rico. Calificado entre los grandes pensadores y ensayistas nacionales del Siglo 20, fervoroso defensor de la antillanía y de nuestra herencia hispánica, también se le veneraría como maestro e inspirador de varias generaciones de puertorriqueños.

A este luminoso pensador y humanista puertorriqueño se le calificó como «El Último Antillano», pues proclamaba su convicción de que la tierra que lo vio nacer y las demás Antillas debían concebirse como un ente indivisible, de la misma manera en que el libertador venezolano Simón Bolívar visualizó la soñada Unión Panamericana. Intelectual de alto nivel y maestro de varias generaciones de compatriotas, José Ferrer Canales dejó un legado filosófico, literario y periodístico invaluable. También, un gratísimo recuerdo en todos aquellos que tuvieron la dicha de conocerlo personalmente y de apreciar su inmensa calidad humana.

 En su obra resaltó el tema del perjuicio racial que tantas veces padeció, la defensa del español como nuestro idioma nacional y la imperiosa necesidad de desarrollar un sistema educativo de avanzada. Propulsó intensamente el estudio de las vidas y obras de los próceres cubanos José Martí y Enrique José Varona, así como del humanista puertorriqueño Eugenio María de Hostos.

José Ferrer Canales era de origen muy humilde. Tras completar sus grados académicos regulares y de ganarse la vida desempeñando diversos oficios, ingresó a la Universidad de Puerto Rico, lo cual le requirió grandes esfuerzos, ya que era puntal en el sostén familiar. Aquí obtuvo Bachillerato en Artes, con especialidad en Pedagogía, ya cercana la década de 1930. Entonces se estrenó como maestro en la Escuela Superior de Humacao. Hacia 1942 retornó a la UPR para completar la maestría, misma que obtuvo en 1944. Seguidamente, volvió a las aulas escolares, esta vez en Santurce.

Ejerció como profesor de Literatura en las universidades de Dillard (en Nueva Orleáns); Howard (en Washington, DC) y en la de Houston, Texas. Regresó a la UPR a principios de la década de 1960, donde se le concedió el título de catedrático. Ya durante esta nueva etapa de su vida, por sus vastos conocimientos sobre Cultura Antillana, Literatura Española y Latinoamericana e Historia Política, en numerosas ocasiones fue invitado a dictar conferencias en universidades norteamericanas, cubanas, mexicanas y dominicanas. También en congresos literarios celebrados en Brasil, Canadá, Ecuador, México, Perú, Venezuela, España, Francia, Hungría e Inglaterra.

Luego de su jubilación como catedrático de la UPR en 1983, contando ya 70 años, no pudo retirarse al descanso. Y, respondiendo al reclamo del no menos insigne Ricardo S. Alegría, se integró a la Facultad del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y del Caribe, iniciando así, ya anciano, una nueva etapa en su incansable vida de educador.

Inés María Mendoza

 Nació en Naguabo, el 10 de enero de 1908. Maestra, ensayista y columnista y primera dama de Puerto Rico. Hizo sus estudios primarios y secundarios en su pueblo natal y luego pasó a la Universidad de Puerto Rico. En 1931 se graduó de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
La gran vocación de Inés María Mendoza fue el magisterio. Trabajó como maestra rural y luego se hizo maestra graduada. Fue maestra de nivel elemental, principal de escuelas, maestra de escuela secundaria y enseñó en la Universidad de Puerto Rico en la Escuela Normal. Mientras se desempeñaba como maestra de español en la Escuela Superior Central de Santurce, su campaña a favor de la enseñanza en el idioma español en las escuelas públicas de Puerto Rico --cuando la educación se brindaba, casi en su totalidad, en inglés-- le costó el puesto y fue expulsada de su cargo en 1937. En 1964, el Departamento de Instrucción Pública le renovó sus certificados vitalicios de maestra de escuela elemental y maestra de escuela secundaria reconociendo en ella el haber “seguido constante y devotamente dedicada al servicio de la escuela puertorriqueña”. A su vocación magisterial le acompañó su vocación literaria. La misma se manifestó a través de artículos en revistas y periódicos de Puerto Rico y del exterior.
Se casó con Luis Muñoz Marín, primer gobernador puertorriqueño electo por el pueblo, convirtiendosé así en la Primera Dama durante dieciséis años. Fue para él, la compañera ideal, su inspiración y su apoyo. Su empeño en preservar la naturaleza, su preocupación por la educación pública y su amor por nuestra tierra fueron las características esenciales que siempre la distinguieron.
Falleció el 13 de agosto de 1990 y el hogar que compartió con Don Luis Muñoz Marín, conocido como “la finca de Trujillo Alto”, es hoy un museo, archivo y parque administrados por la Fundación Luis Muñoz Marín.


Carmen Gómez Tejera

Nació en Aguadilla el 30 de noviembre de 1890 y falleció en Río Piedras el 31 de diciembre de 1973. Estudió en la Universidad de Puerto Rico y en 1929 obtuvo su maestría en artes.
En Aguadilla fue maestra rural, maestra urbana de escuela elemental, y maestra de escuela superior. También fue directora escolar, maestra especial de inglés y superintendente de escuelas.
Escritora y educadora. Bajo su dirección, el Departamento de Instrucción Pública (actual Departamento de Educación) aprobó los primeros programas para la enseñanza del español en las escuelas elementales y secundarias. También fue directora de currículo: Conjunto de criterios, planes de estudio, programas, metodologías y procesos que contribuyen a la formación integral y a la construcción de la identidad cultural nacional, incluyendo también los recursos humanos, académicos y físicos para poner en práctica las políticas y llevar a cabo el proyecto educativo institucional. del Departamento y colaboró en la redacción de textos escolares.
En colaboración con otros educadores, publicó varias obras que se utilizarían como textos en las escuelas elementales: Manual del método de rimas para enseñar a leer en primer grado (1934); Rubén Darío: selección de verso y prosa para niños (1935); Juan Ramón Jiménez: verso y prosa para niños (1936); Rabidranath Tagore: verso y prosa para niños (1937) y Poesía puertorriqueña: antología para niños (1938).

Fue catedrática en la Universidad de Puerto Rico y varios de sus escritos se usan como libros de texto en varias disciplinas universitarias.

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